La astrología tiene un cierto parecido con la música; hay música sacra, música clásica, música moderna, jazz, flamenco, rock, tango o reageton, todo son músicas, unas se parecen más a otras, pero todas son diferentes; el reageton, la lambada y el tango tienen un puntito parecido, solo un puntito.

Con la astrología pasa igual, hay astrologia «espiritual», astrología clásica, astrología psicológica y bongoseros variopintos que usan la astrología para hacer su música personal, nada que objetar. -El otro día decía una señora que el Ofiuco tiene tanto derecho como las demás a formar parte de zodiaco, que no hay que discriminar. -Asi está la cosa.

-Entre todo este maremagnum de «astrologías», aparece con pleno derecho la astrología moderna que incorpora los armónicos y la ondas armónicas, un nuevo modelo matemático, como medio de expresión, una astrología que está reservada para el futuro.

He calculado el índice cíclico de concentración planetaria en el armónico 132, donde se observan unas elevaciones de la onda magenta que superan en mucho al resto de la ondas de mes. La onda del 132 deja notar su influencia a través del estado de plétora y de euforia que se siente cuando celebras una buena comida con tus amigos. Esa es la música del mes. Plétora y euforia por el encuentro con los amigos, plétora y euforia por el reencuentro con los clientes, plétora y euforia por poder viajar por fin en compañia.

La onda del 132, nace de multiplicar 12 por 11, de Casa XI, el escenario de la libertad. Esta onda magenta es la onda de la libertad, de trasgredir, de difrutar saltándose las nomas y las leyes, es la onda del placer de rebelarse, el gozo de la rebelión. Lo que da para pensar que el personal en este mes de agosto va a estar muy rebelde, trangresor y pecador. Tres elevaciones fuertes, tres pecados totales que vamos a ver.

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