En la puerta del Jardín de las Hespérides hay un Dragón alado encadenado, tal como lo dejó Hércules en el viaje en busca de las Manzanas de Oro. El dragón alado se parece a una serpiente alada, es el guardián que la Diosa Madre puso en el Jardín de la Hespérides para proteger a las manzanas de oro.
La constelación del Draco está por encima de la de Hércules, es una constelación boreal y circumpolar, y su trabajo mitológico consiste en evitar con su presencia que los planetas no se suban más arriba de la banda zodiacal.
En las noches del verano Mediterráneo, tumbados sobre el suelo, tal como sin duda lo hiciera Gaudí, se puede ver durante muchas horas a la constelación de Hércules, las Osas y el Dragón con su sorprendente cabeza de fauces abiertas, muy semejante a la representación del Dragón forjado que hay en la puerta de las cuadras de Pedralbes.
Inspirado sin lugar a dudas por ese mito, Gaudí diseñó e incluso intervino en la forja del hierro del Dragón encadenado durante el año 1884. Esta verja simboliza claramente el viaje de Hércules al Jardín de las Hespérides que cierra el Jardín recreado por Gaudí.
Gaudí, que nació con la Luna en Libra, tenía una balanza en su alma, un mundo interior para equilibrar lo exterior y una religiosidad natural muy profunda.
Lo mítico sin duda lo entusiasmó, pero lo religioso y la muerte también tuvieron en él una influencia decisiva. Uno de sus primeros trabajos de cuando era estudiante de arquitectura, fue el proyecto para una entrada de un cementerio, lo que significa que estamos ante una persona que tiene en su pensamiento a la muerte y el más allá. Se trata de un hombre de una extraordinaria sensibilidad que vivió un par de frustraciones sentimentales que probablemente nunca pudo superar, no pudo manifestar la creatividad en forma sexual y a cambio tuvo una creatividad descomunal, inusitada, excepcional.
En sus primeras obras Gaudí se inspira en un par de mitos de los trabajos de Hércules y en su profundo sentido religioso. Gaudí quiso ser el arquitecto de Dios:
En la cuadras de Pedralbes se adivinan estos tres motivos, me apoyo en la idea de que Gaudí no estaba sólo en esa época, a finales del verano de 1884 estuvo compartiendo la idea de la obra de Pedralbes con Eusebi Güell y con Jacinto Verdaguer, no podemos olvidar la influencia de estos dos personajes en la obra de Gaudí, fueron ellos los que le indujeron a recrear el mito del Jardín de las Hespérides y el Dragón guardián de las manzanas de oro. Gaudí pudo dar gusto a sus compañeros y ensayar al mismo tiempo la construcción de su primer templo, la creación de un lugar de culto a Dios, un establo para que naciera su niño Dios, una casa para recibir a Dios.
En las dos puertas de los establos de Pedralbes hay un dragón encadenado que guardan el árbol de las manzanas de oro, este árbol está perfectamente representado en lo alto la columna de la derecha, ese es el Árbol de las Manzanas que Dios (Zeus) regaló a la Diosa (Demeter) quién puso a un Dragón alado e inmortal como guardián.
Este dragón alado nos llevará montados en su espalda a recorrer la genial obra de Antoni Gaudí.
El huerto o jardín, interior del jardín y los primeros arcos parabólicos de la obra de Gaudí, arcos que emulan lo celeste.
El dragón de hierro forjado de la puerta principal, que está sujeto por una cadena, las fauces abiertas del dragón cubriendo toda la puerta.
El mecanismo de apertura era muy ingenioso y al abrise se movia la cabeza y parte del cuerpo del dragón alado.
Los detalles de las rosas que hay en la verja del dragón, nos recuerdan al Jardín de la manzanas de oro
La puerta de la izquierda y su arco parabólico con los detalles superiores y la forja artística de la parte superior, para verla iluminada con rayos solares ha de ser en la primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, de los días cercanos al nacimiento de Gaudí. El resto del año no le pega el sol, y se desluce porque las sombras altas no permiten distinguir bien los matices de la obra. El dragón sólo se ve bien iluminado en el cumpleaños de Gaudí.
El árbol de las manzanas doradas, sobre la columna de la derecha, donde se observan los dorados frutos en lo alto. Para poder observar la manzanas hay que levantar mucho la cabeza y mirar como se miran a las estrellas, allá arriba, en el cielo.
Los mosaicos que decoran el exterior es un trabado de ladrillos de los muretes superiores en formas exagonales y los arcos triples de las esquinas. La letra G de la columna. Las chimeneas y la terraza de la portería, a la izquierda de la entrada.
Los arcos parabólicos de las ventanas de la entrada; dos que tienen 5 huecos de ladrillos, dos dobles con 7 huecos, los que son de un arco y los de dos, con los huecos de ladrillo en la parte superior, los 4 arcos parabólicos de la construcción y el resto de arcos parabólicos. Las losetas del revestimiento exterior en forma de semicírculo con punto.
.- La Fuente de Hércules que ahora está en el palacio de Pedralbes pero que su lugar de origen que era este jardín. Se aprecia claramente que es una fuente «abrevadero».
El caño de la fuente está guardado también por un pequeño dragón alado de hierro forjado. El guardián del jardín está presente en todo lugar importante y la fuente que representa la puerta del conocimiento, también debe ser guardada a los intrusos.
Los Establos de Pedralbes en su conjunto son el germen central de la obra de Gaudí, el motivo principal queda en el interior ocultando el significado de otro de los 12 trabajos de Hércules que tiene un contenido mágico o alquímico.
El establo tiene un doble significado esotérico y cristiano. Pues toda preparación alquímica se inicia con la salamandra sulfurosa que representa el aíre y el fuego, las energías calientes internas. Salamandra viene del latín sal y mandra, y para los alquimistas significa la sal de establo. Pero también Cristo nace en un establo y se representa, en la mente de Gaudí, como una salamandra.
La salamandra en alquimia está asociada al elemento fuego. La salamandra vive en el fuego, pero no en el sombrío fuego material, sino en el fuego esencial, “espiritual» de la naturaleza, es lo que decía Paracelso. De los establos se extrae la “sal de establo” la energía ígnea de la salamandra.
Los pabellones de acceso a la finca Güell, que tenían que servir como cuadras para las caballerizas y picadero para los caballos, se transformaron así en una construcción esotérica, en un primer templo, el establo donde ha de nacer un niño Dios.
En ese pequeño templo establo Gaudí construye una cúpula que tiene doce ventanas abiertas en círculo al cielo, son una representación de los 12 signos del zodiaco, el cielo siguiendo el sentido del Jardín de las Hespérides.
Los establos de Pedralbes y la cúpula de 12 ventanas.
El recinto de las cuadras con su cúpula de 12 ventanas, representando a los doce signos zodiacales, los arcos interiores y la cúpula vista desde el interior y luego por el exterior donde se descata la rpepresentación del jardin celeste con las primeras piezas de «trenacadis» de colo blanco, con pedazos azules que representan estrellas. –
Azul, azul celeste, blanco y verde, sobre le ocre quemado del ladrillo viejo.
Los siete pesebres dobles del interior que están compuestos por los siete amplios arcos parabólicos cubriendo las caballerizas. Por un lado las ventanas y luego la cúpula superior con la pieza circular que la corona.
La sala interior o picadero que aunque es de planta cuadrangular el suelo está pavimentado con ladrillos de canto formando círculos concéntricos que representan las esferas por la que circulan los planetas alrededor del Sol.
El edificio de las caballerizas, el que forma el propio establo, está dividido en siete pesebres dobles o comederos para 7 pares de caballos, sobre el pesebre hay un arco formando 7 arcos en cada lado de la nave central de un establo. En la fachada que construye Gaudí en las Cuadras de Pedralbes también se puede observar esa influencia del 7.
Una doble ventana de arcos parabólicos sobre la que hay 14 aspilleras en forma de T invertida, 7 por cada ventana. Estos arcos parabólicos formarán parte de una las piezas clave de la arquitectura de Gaudí. 7 pares es la cantidad de caballos que tenían su pesebre en las cuadras de Pedralbes.
El secreto de número siete. Siete días, siete colores, siete sabores, siete notas, siete planetas en el sistema astrológico que forman un engranaje con el círculo de 12. Es prematuro para adentrarse en el eclecticismo de la religiosidad de Gaudí. Quedan muchos misterios por desvelar de las motivaciones o las inspiraciones que Gaudí nos deja los arcos parabólicos como su marca, su sello arquitectónico, su búsqueda de la luz.