Huyendo del presente, que no me gusta nada de nada, he abierto la caja de Pandora, donde entre otras cosas se guardan los relojes mágicos y sus alfombras voladoras. -Lo malo de abrirla es que siempre se salen “todos los males del mundo” en alguna medida, por eso hay que actuar muy rápido, y así y todo, siempre te agarran algunos males que te amargan y provocar dolor en el alma, como cuando le pones alcohol a una herida, que decían que lo que pica cura, pero es mentira. Lo que pica escuece, duele y no cura nada, lo único se puede hacer es aguantar el dolor. Así ocurre cuando abrimos la dichosa cajita, porque se salen los males del mundo y también nuestros propios males que nos hace sufrir.

-Venga va, vamos salirnos de este presente que no hay quien lo aguante. Meto la mano en la caja, remeneo un poco y cojo el reloj de los ciclos de Júpiter en Piscis que pronto comenzará su nuevo ciclo.

Azul marino  por un lado y azul celeste por el otro, los colores de Neptuno y de Júpiter propios de este reloj. Un ciclo nuevo que comienza el 12 de abril de 2022. Un ciclo que es doble, como las agujas del reloj normal, que la aguja gorda señala las horas y la aguja fina y más larga señala los minutos. El reloj del ciclo de Júpiter y Neptuno es igual, por un lado tiene una carga menor de 13 años, que es el tiempo en tarda en repetirse esa conjunción, y por otro lado tiene una carga de tiempo mayor y mucho más importante que es el tiempo que tarda en repetir la conjunción en el signo de Piscis, que es donde ambos planetas tienen dignidad y dan lo mejor de sí.

Me arromango un poco las mangas de la camisa y me dispongo a meter la mano en la caja y coger el reloj. Dudo entre abrir el reloj del tiempo nuevo que está por venir, o husmear un poco el ciclo que está a punto de terminar. -A veces siendo Aries me siento Libra en todos sus aspectos, de los cuales ahora no trataré. La duda me lleva a darle una miradita al pasado para ver que tal sonaron las campanas del reloj.

-Ya me decido, abro la tapa del reloj, se despliega el airbag de la alfombra mágica. Quien quiera que se suba, el que no, que no suba y ya está, paz en el cielo y gloria en la tierra.

Programo el reloj de bitácora de la alfombra mágica, que no es otra cosa que la carta del cielo del ciclo de Júpiter y Neptuno ocurrida el 17 de marzo de 1856, realizo primero que nada el cálculo y luego nos asomamos a ver qué se ve.

Ya se sabe que el mundo es muy grande y viajar en el tiempo es doblemente complicado, por un lado elegir de hora y el día de llegada y luego decidir el lugar a donde queremos ir. La cosa no es nada fácil. Nada que ver con tirar un naipe al aire y luego tener ocurrencias y mucho menos leer a Parravicini que está en todas partes pase  que pase. –No, aquí hay que crear un modelo matemático muy complejo que gracias al programa de Miguel resulta sencillo de hacer.

Primero vamos a elegir el tiempo al que vamos a viajar. Pienso que lo mejor es comenzar por el principio así será más fácil encontrar algún paralelismo que luego nos sirva para formular pronósticos. De eso se trata nuestro viaje al tiempo pasado.

Voy a pedirle a la lámpara mágica, que es una forma de llamarte  al programa Armon, que nos traslade al día, el mes y el año en que ocurrió la conjunción anterior de Júpiter y Neptuno en Piscis y además le pido que favor me lleve a algún lugar donde en su cielo, la conjunción de Júpiter y Neptuno  sea angular, así nos aseguramos que vamos a ver algo bien interesante que nos ha servir para analizar el presente y el próximo futuro.

La máquina matemática, en modo automático, sin intervención de voluntad alguna, ni siquiera la mía, nos muestra el cielo de un lugar del mundo de máximo protagonismo porque la conjunción de Júpiter está ubicada en el Mediocielo del lugar.

¡Vaya por Dios! Mira tú donde hemos ido a parar, huyéndole a la desagradable situación de Ucrania, la alfombra mágica con su reloj nos ha dejado en la vertical de Kiev. Pero en el año 1856.

Venga, tranquilos, quédense quietos, que nadie corra riesgos, bajaré en astral, que lo tengo flojo y salgo y entro con tranquilidad, a ver qué noticas hay y así sabemos que pasa, y si lo que está pasando luego no los podemos traer al presente y proyectarlo en el próximo futuro.

…….ya he subido, mira de lo que me he enterado, madre mía de mi corazón, ahí abajo están al final de la guerra de Crimea, se están matando los rusos, luchando contra los griegos y sus aliados para quedarse con un pedazo de Ucrania, los griegos tienen de aliados a los turcos, los ingleses, los franceses y hasta los de Reino de Cerdeña. Se están dando caña a todo meter en el entorno de Sebastopol. No he preguntado por las mortandades de civiles, porque huyendo de Málaga nos hemos metido en Malagón. Si lo sé no vengo. Yo que pensaba me voy a viajar con mis amigos a un pasado mejor, y resulta que vamos a parar a la guerra de Crimea. Esto es horroroso, en solo tres años de guerra han muerto 450.000 rusos, 95.000 franceses, 250.000 turcos veintipicomil  ingleses, tropocientos griegos y miles de italianos, en total se han superado el millón de muertos desde los tres años que hace que empezó esta guerra. Y no me preguntes porque, eso es historia y se puede leer. Nosotros ponemos alfombra en polvorosa y nos movilizamos con la alfombra para salir de aquí y nos vamos a Paris llegando el 30 de marzo, que es parecido al 30 de marzo que tiene que venir.

Conecto el reloj de bitácora para el 30 de marzo de 1856 y nos plantamos en Paris donde, mira tú por donde, se está firmando un tratado de Paz y se da por finalizada la guerra de Crimea convirtiendo al Mar Negro en un territorio neutral y prohibiendo la navegación de barcos de guerra y de armanento en sus orillas, eso supuso un duro revés para los rusos, como dicen en Wikiedia.

¿Y qué? ¿Has viajado con comodidad?  ¿has visto lo que había? Pues ya has visto lo que hay y lo que se ve venir, y si no lo has visto puedes imaginarlo mejor, sabiendo que nunca dos primaveras fueron iguales.

Plegamos alfombra y cada uno a lo suyo. Yo me voy a comprar una platanitos a la frutería de la esquina y vuelvo.  -Si te ha gustado el viaje luego volamos más.

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