Cada vez que viajo a un país latinoamericano me preguntan sobre cómo le va a ir al país. Siempre es lo mismo. Una pregunta, que conteste lo que conteste, no me aporta ningún beneficio y además siempre hay quien que me insulta por decir lo que a mí me parece.
-Sería mucho mejor y más rentable hablar de cómo les va a ir a las señoras según el signo zodiacal en que hayan nacido, tendría muchísimos más lectores y nadie me insultaría.
¿Y porque no lo hago? –Porque tengo algún trastorno, no hay otra razón.
-Titín, no hables de política que tú no entiendes. -Titorrín no hables de religión que de eso tampoco entiendes. –Eso no es verdad, estudié Teologia en el obispado de mi ciudad con el obispo de profesor y aprendí muchas cosas, y sobre política, con la edad que tengo y los viajes –no turísticos- que he realizado por casi todo el mundo, creo que ya entiendo un poquito de política. No mucho pero lo suficiente como para tener opinión propia.
La política, la religión y el dinero son el motor del mundo. Si a un país le va mal es porque tiene malos políticos. Igual que un equipo de futbol que si siempre pierde es por culpa de los jugadores y su entrenador, el público apenas tiene responsabilidad alguna.
Si un país carece de libertad individual, además de sus políticos, suelen haber religiosos mandando, con su libro de leyes en las manos o gobernantes gorditos con caras de chino travieso que no deja salir a nadie de su país.
Los gobernantes, junto con los políticos y los religiosos, son los causantes de más de la mitad del sufrimiento humano, la otra mitad es culpa de los avariciosos e insolidarios que acumulan el dinero del mundo.
-Oiga mi Lord: -¿No decía usted que la culpa de todo la tienen los demonios?
A eso iba. Los demonios se valen de los gobernantes, de los religiosos y de los mucho más ricos para hacer el mundo insufrible para miles de millones de seres humanos.
-Disculpe mi Lord- ¿no le parece que se le ha ido la cabeza?
Si, y qué, por lo menos sé que se me ha ido la cabeza, lo malo son quienes no se dan cuenta y se creen que están “bien de la cabeza”.
Nos han hecho creer que los demonios no existen, pero los “angelitos” sí. Todo el barbarismo de la New Age está perlado de angelitos. Angelitos por aquí, angelitos por allá. Cada pueblo de latinoamérica tiene su Virgencita y sus santitos.
-Me encantaba leer a Miguel Ángel Asturias, me maravillaba su modo de escribir y forma de hablar de los demonios con frescura y libertad. Debería ser de lectura obligatoria el pequeño libro de “Torotumbo”. Hasta la señora que se cansa de leer no se cansaría de leer.
Aquí el problema estriba en saber qué cosa son los “demonios”. También sería interesante saber qué cosa son los “ángeles”. Aquí hay tema para escribir un libro.
La primera pregunta seria saber si los ángeles y los demonios existen, y cómo interactúan en el ser humano. Eso es para otro libro.
Sin darnos cuenta, a veces, decimos que fulanito es un demonio o que menganito es un ángel ¿Qué qué no? O que a fulanito se lo llevaron los demonios o a menganito le “salió” el ángel. Son formas de hablar claro.
Supe que había “arruis” en mi finca de la montaña, por sus huellas y sus defecaciones. Luego los vi cara a cara, con esos ojos rojos que te miran fijo y los cuernos mitad de cabra mitad carnero y su pelaje colorado. Pero primero vi sus huellas.
-¡Ha pasado un ángel! –Exclamamos a veces cuando se respira un hálito de paz y felicidad -. –¡Ha pasado un demonio!- -Nos lamentamos cuando se respira un ambiente de destrucción y dolor.
Los ángeles y los demonios dejan su huella como los “arruis”, o como Dios en un sueño que nos cuenta C. G, Jung, donde descubre a Dios defecando y cada defecación se trasformaba en una Iglesia. Había “cagadas” enormes, donde los humanos se reunían para respirar el aroma divino. Según el sueño de Jung las huellas de Dios se pueden descubrir por sus “defecaciones”, es decir por sus iglesias, sus mezquitas, sus sinagogas o sus centros de Yoga. -En casi todos éstos lugares usan incienso humeante para que parezca que la “cagada” es fresca. (De esta me pelan, ya lo verás)
A los ángeles y a los demonios también se les puede reconocer por sus huellas en formato defecaciones. Unos y otros actúan “poseyendo” en modo parapsicológico, al elegido para cumplir sus propósitos. De tal manera que las grandes “cagadas” políticas, religiosas o económicas que hacen sufrir a la humanidad, son las huellas que demuestran que existen unos y otros, y que tienen mucho que ver con las influencias astrológicas, que pueden actuar como ángeles o demonios. Por ahí va la cosa. De eso hablaré otro día. que no quiero ni pensar la cara que tendrá la señora que se cansa de leer.